Aunque es justo y positivo que las personas hagamos uso de nuestro derecho a disfrutar de la Naturaleza, es también importante saber que este disfrute conlleva una serie de deberes realacionados con su conservación. Así, por ejemplo, debemos tener en cuenta cosas tan básicas como no tirar basuras en el medio, no arrancar plantas, no recolectar (podríamos estar recolectando especies en peligro), no alterar la fisonomía del medio, no hacer marcas permanentes (pintadas, por ejemplo), y también respetar las señales y los senderos.
Los senderos y las señales han sido fijados tras una planificación previa en la que se intentan salvaguardar espacios para que la Naturaleza actúe sin interferencias o se recupere (caso de hábitats o especies muy sensibles o que sufren algún grado de amenaza). En este sentido, sería deseable que las administraciones públicas colocaran un mayor número de paneles explicativos en los que no solo se dé a conocer la riqueza ecológica de la zona y las prohibiciones establecidas, sino que también se explique el porqué de esas prohibiciones, de manera que resulten comprensibles y encuentren fácilmente la aceptación y la colaboración ciudadana.
Un ejemplo muy gráfico lo tenemos en el caso de las charcas, presas, maretas y otros humedales, que suelen ser espacios importantes para las aves. Algunos, de hecho, han sido declarados ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) por la Unión Europea. En estos espacios es importante que se limite el acceso masivo, se respete el silencio, y también que no se paseen junto a ellos a perros sueltos que pueden asustar a la avifauna e interferir en procesos biológicos importantes como su nidificación. Por poner algunos ejemplos, en el caso de las charcas de Erjos o la mareta de El Médano, son muchas las personas que acceden paseando con sus mascotas sueltas y atravesando incluso la zona delimitada de acceso restringido.
Tampoco se debe alimentar a las especies animales silvestres, pues este acto aparentemente generoso, interfiere en su evolución y limita su capacidad de supervivencia, además de que, en muchos casos, supone un factor añadido de contaminación del espacio. Esto ocurre, por ejemplo, en las charcas de Maspalomas. Sigue leyendo